Si los ensayos clínicos de la MVA-CoV-2-S tienen éxito, tendríamos vacuna española para finales de este año o principios del siguiente.
Ante la ausencia de una vacuna autóctona, Pfizer, Moderna y AstraZeneca son las únicas farmacéuticas que han tenido la oportunidad de inocular sus dosis en cientos de miles de brazos de ciudadanos españoles (a más del 3% de la población) hasta el día de hoy. No obstante, desde la compañía biofarmacéutica del grupo Zendal, Biofabri, en coordinación con el Centro Nacional de Biotecnología del Consejo Superior de Investigaciones Científicas, CNB-CSIC, se está trabajando para revertir esta situación y comenzar a producir una vacuna española.
Esta compañía gallega está desarrollando en estos momentos tres vacunas, de las cuales solo una, la MVA-CoV-2-S, es la que presenta resultados más prometedores. Los virólogos Mariano Esteban y Juan García Arriaza son sus desarrolladores y hace unos días, en una mesa redonda organizada por el Área de Investigación en Vacunas de la Fundación Fisabio para la puesta en común de la actualidad de la Covid, exponían algunas de las razones que han propiciado que la ansiada vacuna no prospere al ritmo deseado: la falta de financiación y la ausencia de un entramado de empresas biotecnológicas en el territorio con las que poder trabajar codo con codo.
En palabras de los investigadores, se pusieron manos a la obra en el proyecto el 11 de enero de 2020, justo un día después de que el gobierno chino reconociera el nuevo coronavirus y lo trasladara a toda la comunidad científica internacional: «Al día siguiente, empezamos el diseño de la vacuna porque vimos que podía ser un peligro y convertirse en pandemia, como así ha sido». Solo tres meses después, el prototipo ya estaba definido.

¿Cómo funciona la MVA-CoV-2-S?
Para empezar, se debe diferenciar a esta vacuna con respecto al resto de antídotos que se encuentran en circulación. En cuanto al funcionamiento de la misma, se sabe que su intención es emplear un virus inactivado de la familia de la viruela como vehículo para alojar la proteína spike del SARS-CoV-2, permitiendo que el virus penetre en las células. De esta forma, se consigue que el paciente desarrolle anticuerpos con la mencionada proteína.
Mariano Esteban informaba el pasado 10 de febrero, en la Casa de la Ciència CSIC Valencia, que el prototipo había presentado una eficacia absoluta en ratones ‘humanizados’: la vacuna les protegía de la enfermedad y de su replicación viral, confiriéndoles unos «altos títulos de anticuerpos neutralizantes y de anticuerpos T que protegen al cien por cien frente a la enfermedad».
Otro aspecto a destacar es su efectividad a la hora ser administrada: mostraba un alto porcentaje, tanto cuando se inoculaba en dos dosis como cuando se combinaba con otra diferente. Para completar, el investigador ha subrayado que su protección persiste durante «bastante tiempo» gracias a la memoria otorgada por las células T CD4 Y CD8, imprescindibles si se pretende una inmunidad perdurable.
¿En qué fase se encuentra la vacuna española?
«Va por buen camino», confirmaba Isabel Sola, viróloga y subdirectora del CSIC, en una entrevista concedida a la SER. Sin embargo, la realidad es que el fármaco aún no ha iniciado su primera fase de pruebas en pacientes humanos. Asimismo, la empresa biotecnológica española (Biofabri) ya está elaborando el prototipo con el que comenzar los ensayos clínicos en voluntarios sanos. Confían en que esta primera fase tenga lugar en el primer trimestre de este año y que cuente con 12 voluntarios.
Durante la fase dos, con el voluntariado de unos 500 pacientes y dividida en dos partes, se verificará si la vacuna finalmente es segura y si se producen en los voluntarios los mismo efectos que han experimentado los ratones: «anticuerpos neutralizantes y los linfocitos T». Posteriormente, una vez superada esta etapa, llegará la ansiada fase tres, el último paso para poder validar el medicamento. Sus investigadores esperan poder alcanzarla en verano, pero todo se desarrollará con la velocidad que permitan los resultados.