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Cuerpos sin vida de antiguos escaladores ayudan a otros alpinistas a encontrar el camino a la cima del Everest

Alcanzar la cima del Everest (8.848 metros) ha sido siempre una meta ansiada para todo alpinista. Superar la montaña de las montañas se acaba convirtiendo en un antes y un después en la historia de todo escalador. Una misión que le ha costado la vida a más de 200 personas. De las cuales, 150 jamás han sido halladas y 50 se encuentran abandonadas en las faldas del majestuoso monte, sirviendo de punto de referencia para futuras expediciones. De este modo, se ha creado con el paso del tiempo una especie de senda tétrica de cadáveres congelados por la que se debe cruzar si se desea conseguir la gran hazaña.

Desde que en 1953, Edmund Hillary y Tenzing Norgay subieran por primera vez la montaña más alta del mundo y regresaran con vida, muchos otros escaladores han intentado imitar su gesta con menos suerte. Si ya de por si, el camino hacia la cumbre alberga ciertos peligros bastante conocidos, tanto por aficionados como por escaladores profesionales, cuando la altitud supera los 8 mil metros, la situación se tercia extremadamente peligrosa.

A este tramo se le conoce como «la zona de la muerte«: la montaña se transforma en un lugar tan complejo para la aclimatación del cuerpo que se vuelve muy difícil respirar. La cantidad de oxígeno que se respira se reduce hasta un tercio. Por lo que es vital incorporar a la expedición un número considerable de botellas de oxígeno.

La Zona de la Muerte del Everest

Si un alpinista durante la ascensión se encuentra en esta zona y sufre un ‘mal de altura’ (incapacidad de adaptación del organismo a la falta de oxígeno a causa de la altitud), una lesión importante o empieza a padecer síntomas de congelación, es decir, algo que le impide moverse, entonces su rescate se hace casi imposible. Respecto a e este tipo de casos, se han descubierto trágicas historias en las que sus protagonista se han hecho tan famosos como la propia montaña en la que descansan desde hace décadas. Vamos a conocerlos:

El Saludador

El Saludador, 1997

Apodado así por su postura. Hasta el momento se desconoce la identidad de este alpinista. Lo que sí se sabe es que murió en el año 1997. Su rescate se hizo imposible y su postura se mantiene idéntica a la del día en que falleció. Es uno de los cuerpos más conocidos por ser de los primeros que se encuentran durante la ascensión.

«Botas verdes»

«Botas verdes», Tsewang Paljor, 1996

La razón del sobrenombre que recibió este escalador es más que evidente. Se trata del indio Tsewang Paljor y permanece todavía en esta tranquila postura desde el año 1996 en la arista sur del gran monte. Perdió la vida el día que más muertes se cobró la montaña, debido al cambio brusco meteorológico que se registró aquella jornada. Las botas Koflach que lleva dan nombre tanto al cadáver como a la caverna que lo cobija. Si se opta por tomar la ruta de ascensión más transitada del Everest, encontrarse a menos de un metro de él es inevitable.

David Sharp

David Sharp, 2006

La muerte de David Sharp trajo consigo un polémico debate alrededor del mundo. En 2006, tras alcanzar la cumbre, el escalador comenzó su descenso habiendo acabado sus reservas de oxígeno. En su travesía comenzó a sentirse cansado, prácticamente exhausto, y decidió sentarse a descansar en la caverna que daba refugio al mencionado anteriormente «Botas verdes», a unos 8.500 metros.

Más tarde, pasó junto a él una expedición de unos 40 alpinistas que se dirigía a la cima. Muchos le oyeron pedir ayuda, otros incluso le hablaron. Sin embargo, después de consultar con el campamento base qué hacer con él, tomaron la decisión de continuar su marcha y prestarle ayuda a la vuelta. El tiempo se acababa para David. De repente, aparecieron otros escaladores, que intentaron socorrerle, pero ya era demasiado tarde, David no respondía. Su cadáver permaneció al lado de «Botas verdes» durante todo un año hasta que, finalmente, fue bajado de la montaña y sepultado en la parte baja del monte.

El curioso caso de Mark Inglis

Mark Inglis, 2006

Mark Inglis fue un neozelandés que en 1982 perdió ambas piernas por congelación en unos de sus ascensos. Se trataba de un especialista de la alta montaña y en el año 2006 se propuso subir el Everest con sus prótesis metálicas. Inglis fue uno de los alpinistas que encontró a David Sharp. Estaba muy debilitado, pero aún con vida.

Rápidamente pidió instrucciones por radio y su director en el campamento base le ordenó que continuara el camino y le prestara ayuda al descender. El resto de la historia ya la conocéis. La actitud del director de la expedición se debió a los intereses comerciales que mueven las expediciones al Everest y lo importante que es para el negocio hacer cumbre. Por esta razón, este caso formó un gran revuelo a nivel mediático.