1793 consigue mantener el interés y el suspense desde el principio por dos motivos: su estilo narrativo nórdico que te atrapa con frases simples pero contundentes y que sencillamente te hacen desear leer la siguiente y la conjugación forma sutil de lo intrigante de la novela negra con el rigor de la histórica en una tesis sobre el poder, el odio y el miedo.

Niklas Natt och Dag
Niklas Carl Bosson Natt och Dag
(Estocolmo, 3 de octubre de 1979), autor de 1793.

Sinopsis

En un lago helado y fétido hay un cadáver sin ninguna de sus extremidades, con la lengua amputada y las cuencas de los ojos vacías. Mikel Cardell, un soldado retirado y reconvertido en vigilante de la ciudad, segurata de tabernas y borracho, se sumerge para sacarlo de las aguas. Junto con Cecil Winge, abogado y asesor del jefe de policía, se encargará de resolver el atroz crimen.

Los investigadores no lo tendrán nada fácil. Dos grandes obstáculos van a entorpecer el avance del caso. Uno es el juego de poderes del que ciertos sectores de la sociedad harán uso con el objetivo de proteger su estatus. El otro es la tuberculosis en estado avanzado que Winge padece y que lo coloca en una carrera a contrarreloj para llegar hasta el final antes de que lo encuentre la muerte.

Si aún no has leído el libro pero te he convencido para hacerlo, no sigas leyendo. A partir de ahora vienen spoilers.

El hombre es un lobo para el hombreEstocolmo, 1793 (Alerta SPOILERS)

El hilo musical de fondo que suena desde que Cardell encuentra el cuerpo es el de la conspiración y la revolución. El 1793 es un año convulso políticamente hablando. Tras la Revolución Francesa, los aires de libertad y de La Ilustración chocan con el régimen monárquico que sigue imperando en la mayor parte de Europa. La imagen de la monarquía sueca ya estaba menoscabada desde la innecesaria guerra con Rusia, en la que Cardell perdió un brazo. Después del asesinato del Rey Gustavo III, el gobierno del regente manejado por la élite noble no hace más que acrecentar esta brecha.

La novela se divide en cuatro partes, las cuatro estaciones del año 1793, con un avance cronológico inverso excepto en la última parte, en la que se vuelve al presente de la investigación y las historias se entrecruzan. Con esta arriesgada estructura y en medio de este contexto, Niklas Natt och Dag presenta una historia en la que el menoscabo moral de la sociedad sueca es más que evidente. Desde que el comerciante de telas que da la pista a Winge sobre el burdel de los Euménides dice la frase de “el hombre es un lobo para el hombre” utilizada por Hobbes, sabes que lo que viene a continuación es una bajada a los infiernos de la decencia humana.

Las vidas de Blix y Anna Stina

En la segunda parte de la novela nos encontramos con un joven pillo y aprendiz de cirujano, Blix, cuya ambición es poder ir a la universidad. Las deudas que adquiere fruto de muchas malas decisiones lo conducen a servir a un hombre malvado que le encomienda la peor de las misiones. Blix será el encargado de torturar y mutilar al joven que Cardel encuentra en el lago. Anna Stina es la protagonista del tercer acto. Es una joven huérfana encarcelada al haber sido acusada falsamente de prostitución. El caso de Anna es la constatación de que la decadencia y los abusos no son ajenos a la gente inocente.

En este ambiente negro y sucio, Niklas Natt och Dag lanza una tesis sobre el poder y cómo el miedo es el motor que mueve a la sociedad. Los que están en la parte alta del escalafón social siempre quedan bien parados mientras que los de abajo aguantan sus abusos. Este frágil equilibrio es el que desafía Johanes Balk, el malvado noble venido a menos que manda a torturar al desconocido. Apelando al odio de los que están abajo ante un acto tan brutal perpetrado por uno de arriba, Balk amenaza con imponer en Suecia el germen del caos, el miedo y la muerte que se vivió en Francia. Solo Winge, abanderado de la moralidad y la rectitud, y Cardell en su afán por volver a sentirse útil y por romper con la idea del entorno inmoral, parecen ser las dos únicas evidencias de bondad en medio del caos y la falta de ética.

Decisiones del presente que pertenecen al pasado

Parece que el contexto descrito por Niklas Natt och Dag en 1793 obliga a los personajes que portan algún signo de bondad a redimirse por sus actos atroces en el último acto de su vida. Este es el caso de Blix, que busca el perdón y el descanso de conciencia al haber diezmado una vida trayendo otra al mundo. Anna Stina se pone en manos del conocimiento médico de Blix para perder al bebé que está gestando fruto de una violación. El joven, lejos de ayudarla a cumplir su deseo, la engaña para que finalmente traiga al mundo a ese niño.

En este sentido, el autor justifica este hecho como un acto de salvación del alma de Blix, una última buena acción para traer de vuelta el equilibrio que rompió fruto de sus malas decisiones. Una decisión que puede resultar polémica, pero que desde el punto de vista narrativo es aceptable y no te aleja demasiado de un tiempo en el que las convicciones cristianas y la fe estaban por encima de cualquier derecho social actual.

Sin embargo, la mayor controversia viene con la resolución final del caso. Ante la amenaza de Balk de que sus acciones atroces pueden desencadenar una reacción revolucionaria del pueblo en contra de los abusos de la nobleza, Winge decide ocultar la realidad. El investigador hace pasar a Balk por otro preso condenado a muerte inmediata por el asesinato a sangre fría de su mujer. El preso queda libre y, por el contrario, el noble acusado de matar a otro hombre es ajusticiado en su lugar.

¿No había más opciones?

Aquí está la clave. ¿Merece más el peso de la justicia un hombre que ha matado a otro hombre porque cabe la posibilidad de que desencadene la rebelión social?, ¿Es que el que asesina a una mujer no es susceptible de ser reincidente?

Está claro que esto es literatura, ficción. Pero entran en juego las decisiones del autor. Al estar hablando de una novela histórica cabe la posibilidad de que las acciones de los personajes estén justificadas por el ambiente en el que viven. Sin embargo, en cuanto a la trama y desde el punto de vista creativo, las posibilidades del autor para legitimar los actos de sus personajes son infinitas. El que elija hacer más grave y peligroso el asesinato de un hombre que el de una mujer, realmente es digno de reflexión por parte del lector. Decisiones argumentales vistas con los ojos críticos del presente que serían más propias de la literatura de otros siglos.

En cualquier caso, el autor es libre de desarrollar su ficción de la manera que considere conveniente. La misión del lector es, en todo caso, juzgar y extraer conclusiones de lo leído. Cualquier obra que proporcione material de reflexión, para bien o para mal, ya es una buena obra. Y, sin duda y al margen de la polémica, 1793 es un gran thriller histórico que no te deja indiferente.